El salón de la casa de Vicente del Bosque es, como tantos otros sitios con estatus de extraterritorialidad, un lugar vertiginoso, único, recorrido, de principio a fin, por ese viento conmovedor de una época de la que se salió hace tiempo, de una época vuelta sobre el alcance de su propio testimonio, a la que él, hoy, presta cuerpo y voz.
Me va a permitir que diga que entrar aquí es casi como entrar en un templo. El lugar donde habita el héroe y convalece de tantas batallas.
(Ríe). Bueno, entre las copas y medallas que se han ganado, por un lado, y que con el tiempo me han ido concediendo algún que otro premio, es verdad que tenemos el salón repleto. Pero, ¿qué vas a hacer? No vas a tirarlas, ¿no? Es el resultado de mucho trabajo.
No se te ha dado mal.
No, la verdad. Y eso que si nos fijamos en el tiempo que he pasado en activo, cuatro años con el Real Madrid, uno en Turquía y ocho con la Selección, te das cuenta de que no han sido tantos.
En Byron Magazine queremos rescatar la idea de que el dandi actual es un hombre con valores humanistas y preocupado por la deriva de lo común, de lo colectivo. Para nosotros representas a ese hombre, ¿crees que en estos días es necesario reivindicar este tipo de perfiles?
Pues sí. La sociedad cambia continuamente y hay que entender y aceptar que los valores de antes no son los de ahora. Nosotros tenemos un hijo, el mediano, con discapacidad y el entrar en contacto con este entorno te muestra las cosas desde el otro lado y te abre a otras perspectivas.
No sé si podrías nombrarnos un ejemplo de hombre elegante en todos los aspectos.
Rafa Nadal. Rafa Nadal es un muchacho, un hombre, en el que los jóvenes de hoy deberían fijarse.
La elegancia, pues, entendemos que está en los actos más que en las prendas, ¿no es así?
Yo creo que la elegancia la refleja y la da el estar a gusto con lo que uno hace. Yo no he necesitado otra cosa que mi profesión para sentirme bien y, supongo, eso se percibe desde fuera. De niño empecé con el fútbol porque era el deporte más sencillo de practicar; jugábamos en la calle, en el barrio, etc. Hasta hoy.
Dentro de las manifestaciones o disciplinas artísticas, ¿cuáles son las que mejor te representan y a las que más recurres?
Pues mira, yo soy una persona de gustos sencillos y me gusta ver el fútbol, leer la prensa y lo que, en función de los compromisos que tenga que atender (invitaciones de alguna asociación o federación), pueda surgir cada día. Me gusta hacer de todo, incluso crucigramas (que los hay de muy distintos niveles, eh) (Ríe).
Pensar en Vicente del Bosque, y en esto hay consenso, es ver las cosas desde el lado de la contención, desde lo moderado. ¿Esto va con el carácter, es natural, o es una opción a la que uno, como personaje público, acaba un poco obligándose, como reacción a un medio público que todo lo mira?
No creo que en un deporte como es el fútbol, que tanto nerviosismo y tensión genera, sea fácil contenerse. Y si a mí ganar (y también perder; hablo tanto de éxito como de fracaso) no me arrebata de esta manera que señalas, sino que es un sentimiento que corre más por dentro, pues qué voy a hacerle. No es algo que esté en mi cabeza. Si cuando ganamos el mundial hice así con los puños (alude al ya icónico instante en que reaccionó al gol de Iniesta) en vez de salir corriendo, no fue porque yo me contuviera, sino porque esta es mi manera natural de reacción.
Hay poca gente como tú en el mundo del fútbol; la prudencia y el saber estar, en un entorno, como decimos, principalmente impulsivo, ¿ha podido ser la clave de tu éxito? ¿Se llega más lejos con la cabeza o con el corazón?
Bueno, aquí tenemos que matizar que el éxito no es solo mío. Cada victoria la han hecho posible los jugadores, que también tienen su saber estar. La mayoría de ellos, aun con sus respectivas imágenes públicas, son gente estupenda. Es verdad que son otros tiempos, que llevan una vida más hermética y que esto puede dispersar a cualquiera, pero son los menos casos. En nuestro tiempos terminabas de entrenar y te ibas a tomar algo por la ciudad. Hoy también se lo toman, pero dentro de la ciudad deportiva.
¿O sea que en todo momento cada uno sabe lo que tiene que hacer?
En un vestuario hay mucho potencial y alguien tiene que mediar en todo eso. De ahí la figura del entrenador, el cual, al igual que los jugadores, cumple su papel. Y esto es funciona del mismo modo tanto en un vestuario de primera división como en uno de regional. Siempre hay personas muy diferentes, como en todos lados, pero cada uno tiene su rol. Esto no significa que exista una divergencia; al final se comparte objetivo y es el empeño hasta ese objetivo lo que da el éxito, que en competición es siempre impecable.